Sarah Medina, instructora de Yoga

Figura de Yoga con Sarah Medina

Sarah Medina, instructora de Yoga

Hatha | Vinyasa | Yin | Meditation

Si eres conocedora del mundo Yoga, te invitamos a seguir este post de Sarah Medina, instructora de Yoga, donde nos cuenta como fueron sus inicios.

Sarah Medina: Nunca se me olvidará la primera vez que desenrollé mi esterilla de yoga en mi primera clase de yoga. Era en el 2016, en Dubái, y era una clase de yoga a altas temperaturas, parecido al Bikram. La instructora lanzaba palabras en un idioma totalmente desconocido para mí (hindi), y las palabras bailaban en mi cabeza mientras seguía con atención y un tanto desconcierto al resto de los practicantes en la shala transitar de una postura a otra. ¿Dónde me había metido? Era demasiado difícil, y a mi ego no le gustó nada sentirse fuera de su zona de confort.

No volví a pisar una clase de yoga hasta meses más tarde. Por una serie de eventos personales, había entrado en una pequeña depresión. Había estado leyendo libros de autoayuda y crecimiento espiritual, y varios de ellos estaban de acuerdo en una cosa: la práctica del yoga y la meditación ayudan a combatir, entre otras muchas cosas, la ansiedad, el estrés, la depresión y ayudan a vivir una vida más feliz. En esta ocasión estaba abierta y dispuesta a darlo todo por aprender.

 



 

Desde octubre del 2016 practico yoga y meditación con regularidad. Y desde hace unos años, lo enseño también.

 

Lo mejor -y también lo más difícil, es encontrar la forma de ser constantes en la práctica sin sentir que es un deber o incluso un sacrificio de tiempo. Algo que a mí me ayuda es recordar por qué hago lo que hago. Por qué empecé a practicar yoga, cómo me siento durante la práctica y después de ella. Esto me motiva para volver a ello de forma continua. Claro que tampoco me torturo cuando transcurren unos días en los que no he podido desenrollar mi esterilla.

El yogi es estudiante para toda la vida. Sin prisa, pero sin pausa, esa es la clave.

No sirve de nada estudiarse la filosofía de Patanjali, los mantras y las secuencias de Ashtanga, por poner un ejemplo, y practicar eufóricamente y de forma obsesiva por aprender más o llegar a ejecutar asanas imposibles, si después de unos meses o años se deja por completo.

El yogi no práctica desde el ego, sino desde el corazón. No practica para el ego, sino para el alma. No practica por el ego, sino por el espíritu. No practica con el ego, sino con el todo.

Cuando uno practica yoga, lo debe practicar con el corazón abierto. Esta práctica sagrada, es un gran maestro de vida -y en efecto, de uno mismo, si uno está abierto a recibir sus lecciones. Pero para recibir sus lecciones uno tiene que tomar acción. Desenrollar la esterilla y dejar fluir por el cuerpo la energía divina que es la práctica del yoga, a través de los movimientos, las posturas, la respiración, el drishti (donde enfocamos la mirada) y hacer que esto se convierta en una práctica habitual.

Patanjali ya nos advirtió en sus enseñanzas a través de sus Yoga Sutras, en concreto a través de los tapas (autodisciplina), que el que algo quiere, algo le cuesta. Igual que encontramos tiempo para ver una película o charlar con amigos, debemos encontrar el tiempo para seguir aprendiendo, mejorando, y por consiguiente, evolucionando. Esto, claro está, requiere autodisciplina.

La hora ideal para hacer yoga (y/o meditación) es una hora y media (u hora) justo antes del amanecer, especialmente entre las 4 y las 4:30 de la mañana. Es un momento del día en el que, normalmente, todo está tranquilo, incluida la mente. Nuestra mente está recién despierta y la activamos a través de una meditación en movimiento, como me gusta definir la práctica del yoga.

Claro está, no es obligatorio despertarse tan temprano. Uno puede practicar yoga y/o meditación a la hora que sea del día siempre y cuando haya dejado pasar mínimo dos horas desde la última comida.



Algo que siempre predico, y lo creo fervientemente, es que el yoga es para todo el mundo. Da igual la edad, el sexo, la flexibilidad o la fuerza que tenga la persona. Nuestro cuerpo es un templo maravilloso donde reside nuestra alma y el cual nos acompañará hasta nuestro último respiro. De modo que, ¿por qué no cuidarlo como lo que es, algo sagrado y digno de mimar? 

Por último, me gustaría compartir con vosotros uno de mis mantras favoritos que recito a menudo cuando medito: «LOKAH SAMASTA SUKHINO BHAVANTU». Es un mantra para invocar y pedir la felicidad de todos los seres existentes. El canto de este mantra ayuda a la iluminación amorosa de todos los seres. ¿Su significado?

«Que todos los seres, en todas partes, sean felices y libres, y puedan los pensamientos, palabras y acciones de mi propia vida, contribuir de alguna manera a la felicidad y la libertad de todos.

Sara actualmente cuenta con 30K seguidores en su red social de Instagram: @medinamaste, te invitamos a seguirla!

¡Escucha los Mantras LOKAH SAMASTA SUKHINO BHAVANTU!

Namaste!

Sarah Medina

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