El parto, ¡un fuerte impacto emocional!

Bebé recién nacido

El PARTO

Bebé recién nacido durante un parto 

El parto es una experiencia vital muy intensa y que generalmente se vive con un gran impacto emocional.

Muchas mujeres pasan por un proceso de parto de una forma saludable, con ilusión y sin complicaciones. Sin embargo, otras mujeres lo viven de forma muy distinta siendo frecuente grandes expectativas que posteriormente no se cumplen, un severo dolor…

Del mismo modo, es frecuente que las mujeres que en esos momentos van a dar a luz, describan esa vivencia como una experiencia amenazante generándoles una respuesta de estrés y una sensación de inseguridad que pueden tener efectos adversos sobre el progreso del parto.

Suele aparecer una intensa angustia ante la separación del bebé, incluso, un temor ante posibles complicaciones durante el parto. Es por este motivo que, una buena actuación terapéutica por parte de los profesionales que ayuden a contener la ansiedad de la madre es crucial para su satisfacción y posterior recuperación durante el postparto, así como, del afrontamiento de la maternidad y del vínculo que se creará con el hijo.

Por todo ello, las investigaciones apuntan la importancia de otorgar desde el principio del parto una adecuada y continua atención de apoyo a la mujer, especialmente si éste se recibe por parte de un principal cuidador, que incluya el apoyo emocional, medidas de alivio e información adecuada, ya que genera grandes beneficios en la salud de la mujer.

Todo esto supone un gran beneficio para el bebé: un entorno seguro y unas necesidades atendidas significan que su cerebro producirá las hormonas y neurotransmisores adecuados para que el sistema inmune tenga la posibilidad de programarse adecuadamente: oxitocina, serotonina…

Ya que la adrenalina y el cortisol, que el cerebro del bebé produce cuando no es atendido y se le deja llorar desconsoladamente, producen no sólo una caída del sistema inmune, sino, mucho más importante: en un cerebro que se está desarrollando por primera vez la amígdala aumenta de tamaño, y los circuitos se conectan preparados para un futuro entorno de estrés constante. Tendremos un niño siempre alerta e inseguro, y con un sistema inmune más propenso a las enfermedades.

Po otro lado, que los cuidadores estén disponibles da la oportunidad de estimular al niño de modo que su neurodesarrollo evolucione correctamente: tenerle en brazos, mecerle, jugar con él, bailar, hablarle, cantar…

Todo esto desarrolla su sistema vestibular-propioceptivo-emocional-visual-auditivo a la vez, ahorrando intervenciones posteriores para sistemas que no se hayan podido integrar correctamente.

Marisa Caban – Fisioterapeuta 

Grupolaberinto

 

Copy Protected by Chetan's WP-Copyprotect.